miércoles, 15 de septiembre de 2010

Deep inside, cry, cry, cry.



Sabía que había gato encerrado, como todo en mi vida. Es imposible que me salga nada bien nunca. No sé si es culpa del maldito karma o del destino, pero ya me he hartado.
Dos meses de plazo, si no, me lío la manta a la cabeza y desaparezco.

Pero esta vez de verdad. No como Barcelona.
Irme en serio, sin medias tintas.
Y basta de lágrimas.


Dos meses, ya lo digo.