Sabía que había gato encerrado, como todo en mi vida. Es imposible que me salga nada bien nunca. No sé si es culpa del maldito karma o del destino, pero ya me he hartado.
Dos meses de plazo, si no, me lío la manta a la cabeza y desaparezco.
Pero esta vez de verdad. No como Barcelona.
Irme en serio, sin medias tintas.
Y basta de lágrimas.
Dos meses, ya lo digo.
Los alemanes
Hace 8 horas